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Barbie: Entre la utopía rosa y la realidad cruda
“Barbie”, dirigida por Greta Gerwig, nos ha hecho hablar a
todas y a todos y se ha convertido en un fenómeno cinematográfico desatando
debates sobre el feminismo y el patriarcado. Aquí entro yo.
Simple y básica como soy, debo empezar contando que reí
mucho y lloré un poquito, porque las historias de las mujeres están llenas de
infamias y dolores, y es más fácil asumir mi propio pasado y el de todas mis
ancestras desde la ridiculización del mundo masculino, sus normas, sus
creencias y la forma en que han impuesto su relación con nosotras, que desde la
realidad visceral.
“Barbie” le habla a muchas mujeres y a muchas feministas,
quizás a las más típicas, digo yo, pero no a todas, desde luego. El feminismo,
tan amplio, profundo y complejo, problematiza todas nuestras diversidades y
formas de experimentar la vida. Una mujer y feminista como yo, mestiza, de
origen pobre, pero que no se siente tan racializada ni colonizada por mí
formación familiar y escolar, y una cis a medias porque nunca fui una niña ni
una mujer con una identidad clásicamente femenina, tal vez se enuncie de forma
incorrecta, pero ese sancocho refleja mi experiencia individual.
Las que más saben, dicen que la peli le habla al feminismo
blanco, neoliberal y privilegiado. Yo tampoco encajo ahí, pero “Barbie” me
habló, por lo tanto, estoy segura de que la película tiene mucho que ofrecer a
las audiencias de todas las edades, tanto feministas como no feministas.
La relación que tuvo la niña que fui con Barbie fue
extremadamente encantadora. Una chiquilla alocada, enamoradiza, ocurrente y
soñadora, que fue víctima por todos y todas las integrantes de su familia de
matoneos para opacar esa locura, vivió aventuras en su intimidad junto a Barbie
e imaginó que tenía los trabajos más atractivos y bien pagos para alejarse de
aquella gente. Con Barbie conocí la autonomía financiera (no la nombraba así,
obviamente) y viajé por el mundo en medio de mi vida hostil y restringida. Mi
Barbie tuvo muchos novios, muchos carros, mucha ropa que yo cosía con los
retazos que encontraba por ahí y muchas fiestas. A Barbie la peiné y le hice
mascarillas para que fuera la “mujer” más guapa del planeta.
“Ya puedes irte, no quiero que estés aquí. Es noche de
chicas”
Las mujeres tenemos dificultades para expresar nuestra
negativa debido a la forma en que se nos concibe y a la falta de énfasis en el
consentimiento, mientras que los hombres se ven limitados en aceptar un 'no'
por la normalización de la dominación masculina y la percepción de que siempre
debemos ceder. Es fundamental comprender que el dilema que enfrentamos al
expresar una negativa encuentra sus raíces en la construcción social
patriarcal. Se nos pide o impone (en caso de no obedecer), expectativas sobre
cómo debemos comportarnos, enfatizando la sumisión, la complacencia y la
disposición hacia los demás (hacia los hombres).
Frente a la casa de Barbie, Ken le propone pasar la noche
juntos, pero ella se niega. La directora construye una narrativa simbólica que
trasciende el mero diálogo y demuestra el poder de agencia de la muñeca. Es un
momento poderoso porque le dice a Ken con claridad, sin rodeos, ni culpas, que
quiere estar con sus amigas.
Algunos y algunas, arraigados en concepciones tradicionales,
encontrarán en el deseo de Barbie un acto de crueldad hacia Ken, ignorando el
hecho de que, en este mundo invertido, ella tiene derecho a decidir con quién y
cómo desea compartir su tiempo y espacio, mismo derecho que tienen los hombres
en el mundo real.
También veo una lección sobre la importancia de que las
niñas y las mujeres sean conscientes de su capacidad de decir "no",
mientras que los hombres deben aprender a aceptar y respetar esas decisiones.
Película "Barbie" Con Margot Robbie y Ryan Gosling
WARNER BROS. PICTURES / ACN
¡Es como si el mundo estuviera al revés aquí!
En Barbieland, las mujeres ostentan un poder innato, son
amigas solidarias y seguras de sí mismas, desechando toda competencia,
especialmente por los Ken, porque Barbieland es una utopía de color rosa. La
llegada al mundo real de la pareja significó para cada uno cosas distintas:
Barbie, expuesta a las miradas invasivas, experimenta una progresiva inseguridad
ante la sociedad del mundo real. Las burlas y el incidente en el que es
agredida físicamente marcan su vulnerabilidad en este lugar hostil. En
contraste, Ken se siente complacido, seguro y poderoso al observar
comportamientos típicamente masculinos en el espacio público, adentrándose en
una visión idealizada de la masculinidad.
La representación visual y simbólica es inconfundible:
Mattel, la empresa que produce a Barbie, está dirigida únicamente por hombres,
mostrando así la realidad de las esferas empresariales en sus directivas. El
gerente de la compañía intenta justificar la ausencia de mujeres mediante un
argumento simplista: “Soy hijo de una madre mujer. Y sobrino de una tía mujer.
Amamos a las mujeres aquí”.
Mientras la muñeca huye tratando de entender qué le está
pasando, Ken aprende las lecciones básicas de la vida. Barbie ve la diversidad
y las emociones de la gente, Ken entiende el sistema y le agrada la forma en
que él encaja allí.
La película satiriza con astucia los valores más
tradicionales y tóxicos de la masculinidad, como la obsesión por los objetos
materiales, el poder, los autos lujosos y los símbolos de dominación con humor.
Esta sátira es una respuesta crítica al patriarcado, que a menudo perpetúa la
discriminación mediante la ridiculización de las mujeres y sus desventajas,
mientras protege y normaliza los comportamientos nocivos de los hombres.
Una vez que Ken retorna a Barbieland sin Barbie, el
patriarcado es instalado por él, arrebatando a las Barbies sus hogares,
trabajos, reconocimientos, conocimientos y hasta la presidencia del país,
impactando incluso en el mundo real con la aparición de una Barbie deprimida y
ataviada en un traje de yoga.
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“Ya puedes irte, no quiero que estés aquí. Es noche de chicas”
Las mujeres tenemos dificultades para expresar nuestra
negativa debido a la forma en que se nos concibe y a la falta de énfasis en el
consentimiento, mientras que los hombres se ven limitados en aceptar un 'no'
por la normalización de la dominación masculina y la percepción de que siempre
debemos ceder. Es fundamental comprender que el dilema que enfrentamos al
expresar una negativa encuentra sus raíces en la construcción social
patriarcal. Se nos pide o impone (en caso de no obedecer), expectativas sobre
cómo debemos comportarnos, enfatizando la sumisión, la complacencia y la
disposición hacia los demás (hacia los hombres).
Frente a la casa de Barbie, Ken le propone pasar la noche
juntos, pero ella se niega. La directora construye una narrativa simbólica que
trasciende el mero diálogo y demuestra el poder de agencia de la muñeca. Es un
momento poderoso porque le dice a Ken con claridad, sin rodeos, ni culpas, que
quiere estar con sus amigas.
Algunos y algunas, arraigados en concepciones tradicionales,
encontrarán en el deseo de Barbie un acto de crueldad hacia Ken, ignorando el
hecho de que, en este mundo invertido, ella tiene derecho a decidir con quién y
cómo desea compartir su tiempo y espacio, mismo derecho que tienen los hombres
en el mundo real.
También veo una lección sobre la importancia de que las
niñas y las mujeres sean conscientes de su capacidad de decir "no",
mientras que los hombres deben aprender a aceptar y respetar esas decisiones.
Película "Barbie" Con Margot Robbie y Ryan Gosling |
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