Lágrimas en Navidad

by - marzo 13, 2024

 

Ilustración

Ilustración: Navidad en occidente, genocidio en Gaza
Tomado de Internet

Escribo este texto un 25 de diciembre de 2023 y lo público durante el Ramadán, la fiesta sagrada del islám


Hace algunas semanas, tuve la oportunidad de visitar Guatemala y mi primera incursión "turística" fue al Museo de la Memoria. En compañía de colegas de Colombia y México, conocimos la dolorosa historia del genocidio perpetrado contra el pueblo Maya. Durante la década de los 80, aproximadamente 200,000 personas, entre hombres, mujeres, niñas y niños, fueron víctimas de asesinatos o desapariciones forzadas. Allí, mexicanas y colombianas compartíamos reflexiones acerca de nuestras propias narrativas históricas y de la manera en que hemos sido objeto de agresiones a lo largo del tiempo.

Mientras las historias de los genocidios persisten, el dolor cotidiano y la frustración encuentran una manifestación terrible en la propagación de la agresión de Israel en Gaza. Ya seamos creyentes o no, diciembre es un período propicio para balances y reflexiones, mientras la herencia cristiana arrastra consigo la historia del niño que nació pobre en Belén para transformar la moral y el curso de la historia.

En la víspera de la Navidad, el 24 de diciembre, la ocupación se exacerbó de manera especialmente agresiva para herir la sensibilidad de quienes nos oponemos a su genocidio asesinando el símbolo de la infancia, la salvación, el nacimiento y la vida. Vimos en directo y en tiempo real, como lo hacemos desde el 7 de octubre, el incremento de los bombardeos en los campos de refugiados. De acuerdo con el periodista en Gaza, Motaz Azaiza, el trágico resultado se tradujo en la pérdida de 146 bebés palestinos en 24 horas.

Opiniones y desesperación 

Sandía

Watermelon flag, de Khaled Hourani 


Desde la agresión a Gaza, se ha desatado una suerte de confrontación en la esfera pública, es decir, entre nosotros y nosotras, donde se debate desde nuestra perspectiva acerca de lo que está ocurriendo, quiénes o quién son los responsables, y cuáles podrían ser las posibles soluciones. En este terreno, predomina un notable desconocimiento, irresponsabilidad, inhumanidad y desprecio hacia las valientes víctimas que componen el pueblo palestino.

Debo decir que desafiar el poder y reafirmar el derecho a la resistencia en lugar de someterse a la obediencia histórica, ha tenido un costo extremadamente elevado. Más de 20,000 palestinos han perdido la vida en un periodo de 80 días, acompañado de la devastación de una considerable porción de su infraestructura.
Seguramente -esta es una suposición razonable-, en Palestina, nadie cree en la eficacia de negociaciones o resoluciones para abordar sus problemas, proteger su dignidad, salvaguardar su movilidad o asegurar sus derechos fundamentales. Durante 75 años, todos los acuerdos y todos los derechos han sido violados de manera constante, lo que genera un escepticismo fundamentado en experiencias históricas de desengaño y agotamiento continuo. 

La tragedia palestina, esa metáfora universal de los sufrimientos humanos recientes, abarca y refleja los dolores compartidos por otras regiones del mundo, como Guatemala, México, el Congo o Colombia. Esta conmovedora narrativa advierte que la guerra es empresa y hegemonía, apuntalada por un escenario "cultural" y emocional meticulosamente dispuesto para obstaculizar el diálogo, perpetuando así las injusticias históricas.


Testigos del dolor 


Mientras todo ocurre, el ejército de la ocupación, con una efusividad desconcertante, se enorgullece en redes sociales celebrando sus “victorias militares” sobre las ruinas y los muertos de Gaza: Se desplazan en bicicletas que minutos antes pertenecían a aquellos a quienes acaban de asesinar, Juegan con los juguetes de los niños y las niñas que acaban de desplazar, exhiben la ropa íntima de las mujeres o se graban mientras destruyen negocios locales con una sonrisa sincera, incluso cuando incendiaron el agua y los alimentos, recursos escasos. 

Desde el pasado 7 de octubre de 2023, he visto escenas terribles: un anciano despidiendo a su nieta diciendo "Eres el alma de mi alma"; una mujer, con sus dos hijos en brazos, rescatados de entre los escombros, el más pequeño, de apenas un año, buscando el consuelo de su pecho ante el hambre y la necesidad de seguridad, mientras ella, apenas comprende la magnitud de la tragedia, los tres envueltos en polvo y sangre a causa de las heridas. También he presenciado a un niño llevando en brazos y bajo la lluvia, el cuerpo sin vida de su hermanito menor, así como a un hombre gritando desesperado: "Ahora, ¿a quién abrazaré?" al descubrir que toda su familia había sido asesinada.



En una entrevista con el doctor Ghassan Abu Sitta para el medio Middle East Eyese relatan las lamentables experiencias de llevar a cabo cirugías sin anestesia, las infecciones que afligieron las heridas de los sobrevivientes, desprovistos de suministros, culminando trágicamente en la pérdida de muchos de sus pacientes. El arrasamiento de múltiples generaciones de una misma familia, la diversidad de armamento empleado en Gaza, la demolición sistemática del aparato médico, y la consecuente incapacidad para abordar la abrumadora cantidad de lesiones que llegan a diario.

Dos Preguntas 


Tras 80 días insoportables de tanto dolor y maldad, surgen en mí dos interrogantes que, aunque parecieran formuladas con la inocencia de un niño, persisten sin que pueda descansar. La primera, ¿Cuál es el significado de ser habitantes del planeta?, y, la segunda, ¿Qué hace que un grupo de personas sean capaces de tanta crueldad? Y las preguntas no la pienso exclusivamente en el contexto del proyecto sionista, ni a las facciones armadas palestinas, o a los fabricantes y comerciantes de armas, o a las potencias mundiales que inactivas observan la masacre. Más bien, estas preguntas están dirigidas a nosotros y nosotras que, día tras día, nos convertimos en testigos impotentes de una mortandad que nunca olvidaremos.

Nakba en 1948

Nakba en 1948. Tomada de Wikipedia Foto

¿Continuaremos obviando la humanidad de estas personas, limitándonos a demandar condenas hacia Hamás? ¿Persistiremos en la insistencia de que, en Palestina, la totalidad ha normalizado el sufrimiento? ¿Seguiremos reinterpretando la Biblia para otorgar derechos a Israel, mientras desestimamos el dolor de aquellos que residen en Gaza y los territorios ocupados?

Idealmente, sueño con el reconocimiento de que Israel está cometiendo barbaridades contra poetas, médicos y médicas, periodistas, niños y niñas, deportistas, mujeres, ancianos y cualquiera que se mueva, incluso sus propios ciudadanos a manos de Hamás.
Anhelo una sociedad que se abstenga de juzgar a sus ciudadanos por sus decisiones políticas y que se abstenga de emitir opiniones sobre quién debería representarlos. Las diferencias internas en la comunidad palestina deben resolverse internamente, y los bombardeos, la hambruna, la sed y la carestía de suministros representan cargas infames que obstaculizan su avance y capacidad de debate.
Aspiraría, asimismo, a que se reconozca la ilegal ocupación de territorio palestino por parte de Israel y las violaciones sistemáticas de los derechos humanos contra su población. La ocupación israelí de los territorios palestinos constituye una manifestación de colonialismo incompatible con los principios democráticos, privando a los palestinos de su derecho a la autodeterminación y negándoles las libertades fundamentales inherentes a la ciudadanía.

Es justo admitir que los ataques israelíes a Gaza también constituyen violaciones flagrantes de los derechos humanos. Gaza solía ser un territorio lleno de restricciones y la población palestina que vive allí no tiene el derecho a defenderse de los ataques israelíes. 

Como sabemos, antes de Hamás, Israel ya ocupaba territorios, devastaba campos de olivos, detenía a niños y niñas sin juicio ni evidencia de culpabilidad, y limitaba el acceso a servicios básicos para la población. La economía palestina ha permanecido sometida al bloqueo israelí y ahora está quebrada. 
Y para contribuir desde la distancia, invito con determinación a la evaluación constante y la eliminación absoluta del consumo de marcas vinculadas o que respalden a Israel. Este ejercicio, disciplinado y amoroso, tiene un impacto político significativo, conduciendo inevitablemente al aislamiento económico del proyecto sionista y a una transformación de sus prácticas.

He buscado respuestas a las preguntas que planteé y sé que en el planeta hay personas llenas de bondad y generosidad. Al iniciar mi blog, mi intención era abordar temas como mujeres, géneros, moda y cocina. Jamás imaginé iba a estar triste durante meses mientras veo un genocidio en mi celular.

Anhelo sinceramente que el futuro nos libre de presenciar en tiempo real nuevas atrocidades e infamias. Ojalá que amigos, amigas, aquellos y aquellas que no me quieren, e incluso quienes no me conocen, se unan a mis emociones y participen en las acciones de consumo que propongo. 


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