Lágrimas en Navidad
Ilustración: Navidad en occidente, genocidio en Gaza |
Escribo este texto un 25 de diciembre de 2023 y lo público durante el Ramadán, la fiesta sagrada del islám
Hace algunas
semanas, tuve la oportunidad de visitar Guatemala y mi primera incursión "turística"
fue al Museo de la Memoria. En compañía de colegas de Colombia y México,
conocimos la dolorosa historia del genocidio perpetrado contra el pueblo Maya.
Durante la década de los 80, aproximadamente 200,000 personas, entre hombres,
mujeres, niñas y niños, fueron víctimas de asesinatos o desapariciones
forzadas. Allí, mexicanas y colombianas compartíamos reflexiones acerca de
nuestras propias narrativas históricas y de la manera en que hemos sido objeto
de agresiones a lo largo del tiempo.
Mientras las
historias de los genocidios persisten, el dolor cotidiano y la frustración
encuentran una manifestación terrible en la propagación de la agresión de
Israel en Gaza. Ya seamos creyentes o no, diciembre es un período propicio para
balances y reflexiones, mientras la herencia cristiana arrastra consigo la
historia del niño que nació pobre en Belén para transformar la moral y el curso
de la historia.
En la víspera de
la Navidad, el 24 de diciembre, la ocupación se exacerbó de manera
especialmente agresiva para herir la sensibilidad de quienes nos oponemos a su
genocidio asesinando el símbolo de la infancia, la salvación, el nacimiento y
la vida. Vimos en directo y en tiempo real, como lo hacemos desde el 7 de
octubre, el incremento de los bombardeos en los campos de refugiados. De
acuerdo con el periodista en Gaza, Motaz Azaiza, el trágico resultado se
tradujo en la pérdida de 146 bebés palestinos en 24 horas.
Opiniones y desesperación
Watermelon flag, de Khaled Hourani |
Desde la agresión a Gaza, se ha
desatado una suerte de confrontación en la esfera pública, es decir, entre
nosotros y nosotras, donde se debate desde nuestra perspectiva acerca de lo que
está ocurriendo, quiénes o quién son los responsables, y cuáles podrían ser las
posibles soluciones. En este terreno, predomina un notable desconocimiento,
irresponsabilidad, inhumanidad y desprecio hacia las valientes víctimas que
componen el pueblo palestino.
Debo decir que desafiar el poder y
reafirmar el derecho a la resistencia en lugar de someterse a la obediencia
histórica, ha tenido un costo extremadamente elevado. Más de 20,000 palestinos
han perdido la vida en un periodo de 80 días, acompañado de la devastación de
una considerable porción de su infraestructura.
Seguramente -esta es una suposición razonable-, en Palestina, nadie cree en la eficacia de negociaciones o resoluciones para abordar sus problemas, proteger su dignidad, salvaguardar su movilidad o asegurar sus derechos fundamentales. Durante 75 años, todos los acuerdos y todos los derechos han sido violados de manera constante, lo que genera un escepticismo fundamentado en experiencias históricas de desengaño y agotamiento continuo.
Seguramente -esta es una suposición razonable-, en Palestina, nadie cree en la eficacia de negociaciones o resoluciones para abordar sus problemas, proteger su dignidad, salvaguardar su movilidad o asegurar sus derechos fundamentales. Durante 75 años, todos los acuerdos y todos los derechos han sido violados de manera constante, lo que genera un escepticismo fundamentado en experiencias históricas de desengaño y agotamiento continuo.
La tragedia palestina, esa metáfora
universal de los sufrimientos humanos recientes, abarca y refleja los dolores
compartidos por otras regiones del mundo, como Guatemala, México, el Congo o
Colombia. Esta conmovedora narrativa advierte que la guerra es empresa y
hegemonía, apuntalada por un escenario "cultural" y emocional
meticulosamente dispuesto para obstaculizar el diálogo, perpetuando así las
injusticias históricas.
Testigos del dolor
Mientras todo
ocurre, el ejército de la ocupación, con una efusividad desconcertante, se
enorgullece en redes sociales celebrando sus “victorias
militares” sobre las ruinas y los muertos de Gaza: Se desplazan en bicicletas
que minutos antes pertenecían a aquellos a quienes acaban de asesinar, Juegan con los juguetes de los niños y las niñas que acaban de desplazar, exhiben la ropa íntima de las mujeres o se
graban mientras destruyen negocios locales con una sonrisa sincera, incluso
cuando incendiaron el agua y los alimentos, recursos escasos.
Desde el pasado 7 de octubre de 2023, he
visto escenas terribles: un anciano despidiendo a su nieta diciendo "Eres
el alma de mi alma"; una mujer, con sus dos hijos en brazos, rescatados de
entre los escombros, el más pequeño, de apenas un año, buscando el consuelo de
su pecho ante el hambre y la necesidad de seguridad, mientras ella, apenas
comprende la magnitud de la tragedia, los tres envueltos en polvo y sangre a
causa de las heridas. También he presenciado a un niño llevando en brazos y
bajo la lluvia, el cuerpo sin vida de su hermanito menor, así como a un hombre
gritando desesperado: "Ahora, ¿a quién abrazaré?" al descubrir que
toda su familia había sido asesinada.
En una entrevista con el doctor Ghassan Abu
Sitta para el medio Middle East Eye, se relatan las lamentables experiencias de llevar a cabo cirugías
sin anestesia, las infecciones que afligieron las heridas de los
sobrevivientes, desprovistos de suministros, culminando trágicamente en la
pérdida de muchos de sus pacientes. El arrasamiento de múltiples generaciones de una misma
familia, la diversidad de armamento empleado en Gaza, la demolición
sistemática del aparato médico, y la consecuente incapacidad para abordar la
abrumadora cantidad de lesiones que llegan a diario.
Dos Preguntas
Tras 80 días insoportables de tanto dolor y maldad, surgen en mí
dos interrogantes que, aunque parecieran formuladas con la inocencia de un
niño, persisten sin que pueda descansar. La primera, ¿Cuál es el significado de
ser habitantes del planeta?, y, la segunda, ¿Qué hace que un grupo de personas
sean capaces de tanta crueldad? Y las preguntas no la pienso exclusivamente en
el contexto del proyecto sionista, ni a las facciones armadas palestinas, o a
los fabricantes y comerciantes de armas, o a las potencias mundiales que
inactivas observan la masacre. Más bien, estas preguntas están dirigidas a
nosotros y nosotras que, día tras día, nos convertimos en testigos impotentes
de una mortandad que nunca olvidaremos.
Nakba en 1948. Tomada de Wikipedia Foto |
¿Continuaremos
obviando la humanidad de estas personas, limitándonos a demandar condenas
hacia Hamás? ¿Persistiremos en la insistencia de que, en Palestina, la
totalidad ha normalizado el sufrimiento? ¿Seguiremos reinterpretando la
Biblia para otorgar derechos a Israel, mientras desestimamos el dolor de
aquellos que residen en Gaza y los territorios ocupados?
¿Continuaremos
obviando la humanidad de estas personas, limitándonos a demandar condenas
hacia Hamás? ¿Persistiremos en la insistencia de que, en Palestina, la
totalidad ha normalizado el sufrimiento? ¿Seguiremos reinterpretando la
Biblia para otorgar derechos a Israel, mientras desestimamos el dolor de
aquellos que residen en Gaza y los territorios ocupados?
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Idealmente,
sueño con el reconocimiento de que Israel está cometiendo barbaridades contra
poetas, médicos y médicas, periodistas, niños y niñas, deportistas, mujeres,
ancianos y cualquiera que se mueva, incluso sus propios ciudadanos a manos de
Hamás.
Anhelo
una sociedad que se abstenga de juzgar a sus ciudadanos por sus decisiones
políticas y que se abstenga de emitir opiniones sobre quién debería
representarlos. Las diferencias internas en la comunidad palestina deben
resolverse internamente, y los bombardeos, la hambruna, la sed y la carestía de
suministros representan cargas infames que obstaculizan su avance y capacidad
de debate.
Aspiraría,
asimismo, a que se reconozca la ilegal ocupación de territorio palestino por
parte de Israel y las violaciones sistemáticas de los derechos humanos contra
su población. La ocupación israelí de los territorios palestinos constituye una
manifestación de colonialismo incompatible con los principios democráticos,
privando a los palestinos de su derecho a la autodeterminación y negándoles las
libertades fundamentales inherentes a la ciudadanía.
Es justo admitir que los ataques israelíes a Gaza también constituyen violaciones flagrantes de los derechos humanos. Gaza solía ser un territorio lleno de restricciones y la población palestina que vive allí no tiene el derecho a defenderse de los ataques israelíes.
Como sabemos, antes de Hamás, Israel ya ocupaba territorios,
devastaba campos de olivos, detenía a niños y niñas sin juicio ni evidencia de
culpabilidad, y limitaba el acceso a servicios básicos para la población. La
economía palestina ha permanecido sometida al bloqueo israelí y ahora está
quebrada.
Y para
contribuir desde la distancia, invito con determinación a la evaluación
constante y la eliminación absoluta del consumo de marcas vinculadas o que
respalden a Israel. Este ejercicio, disciplinado y amoroso, tiene un impacto
político significativo, conduciendo inevitablemente al aislamiento económico
del proyecto sionista y a una transformación de sus prácticas.
He buscado respuestas a las preguntas que planteé y sé que en el planeta hay personas llenas de bondad y generosidad. Al iniciar mi blog, mi intención era abordar temas como mujeres, géneros, moda y cocina. Jamás imaginé iba a estar triste durante meses mientras veo un genocidio en mi celular.
Anhelo
sinceramente que el futuro nos libre de presenciar en tiempo real nuevas
atrocidades e infamias. Ojalá que amigos, amigas, aquellos y aquellas que no me
quieren, e incluso quienes no me conocen, se unan a mis emociones y participen
en las acciones de consumo que propongo.
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