El viaje del Kambó

by - junio 18, 2024

Las manos expresar dar, recibir y crear

Las manos y la creación
Creado con Ideogram IA

Durante las últimas semanas, he estado sintiéndome débil. Gripes intensas que me dejan en cama y otras manifestaciones me recuerdan que mi cuerpo envejece. La sensación de cansancio constante ha sido otra señal de que algo no está bien. En pocos días me harán una serie de exámenes médicos, pero mientras espero, decidí probar con recomendaciones que me hicieron personas cercanas a mí: el kambó, un veneno de rana conocido por sus propiedades para fortalecer el sistema inmunológico. Asistí a una ceremonia, preparada para experimentar algo distinto.


¿Qué es el Kambó?

https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Phyllomedusa_bicolor.jpg

Rana Phyllomedusa bicolor 
TimVickers, Public domain, via Wikimedia Commons

Es una secreción de la rana Phyllomedusa bicolor, utilizada por diversas tribus amazónicas como medicina. Los Matsés y los Katukina del Perú y Brasil han empleado esta sustancia durante generaciones para mejorar la resistencia física, prepararse para la caza, tratar infecciones y confrontar "malas energías" del cuerpo. Según una reseña de la revista "Journal of Ethnopharmacology" (2017), el kambó contiene péptidos bioactivos que pueden tener efectos sobre el sistema inmunológico y el sistema nervioso. Muchas experiencias a lo largo de América aseguran que el kambó ayuda a tratar problemas físicos y emocionales.

La ceremonia y mi pérdida de poder

Julieta después del Kambó

Después del Kambó

La ceremonia se llevó a cabo en las afueras de Bogotá. La casa era acogedora y me sentía tranquila. Siguiendo las indicaciones, ayuné y bebí mucha agua antes de empezar. Estaba preparada para vomitar, para la diarrea y el mareo, pero nada me preparó para lo que viví. Fui una de las últimas en recibir la dosis y, mientras esperaba, veía a la gente descomponerse, vomitar, perder color en su rostro o sonrojarse. Me puse ligeramente nerviosa y me repetía a mí misma: "El efecto es corto, te vas a limpiar", esperando con un poco de ansiedad.

Al poco tiempo de aplicar el kambó en mi piel, sentí rápidamente algo distinto en mi percepción, un hormigueo en algunas partes de mi cuerpo, un peso en mis brazos y mis manos se deformaron. Perdí el control sobre ellas, no podía moverlas ni enderezarlas. Fue como si mis manos, normalmente llenas de vida y movimiento, se hubieran convertido en las de una persona con artrosis. Me llené de angustia y lloré, temiendo que nunca recuperarían su forma y funcionalidad.

"El kambó siempre hace bien. No dejes de mirarme", me decía la ayudante del chamán con voz tranquila y compasiva mientras me daba agua. Mi esposo me abrazaba y la amiga que encontré casualmente, que estaba junto a mí, acariciaba mi pierna para darme fuerza mientras batallaba con sus propios efectos. Después de unos diez minutos y de forma paulatina, mis manos volvieron a ser como antes, pero la experiencia me dejó una impresión traumática y muchas preguntas.

Algunos pensamientos. Algunas respuestas.

Desde joven, mis manos han sido una extensión de mi voz y mi fuerza. En mis primeros años de vida social y laboral, mis manos me daban la seguridad que mi espíritu no tenía. Moverlas al hablar se convirtió en una herramienta para expresar mis pensamientos y emociones con firmeza. Era como si mis manos tiraran desde lo más profundo de mí y sacaran las palabras que tenía que decir. Mis manos fueron el instrumento que me ayudó a superar todas mis dudas y miedos. Ver mis manos impotentes me recordó mis inseguridades y vulnerabilidades.

El kambó, una medicina que trabaja a nivel físico, emocional y espiritual, me dio un mensaje que debo interpretar. Mis manos, que simbolizan mi capacidad para ganarme la vida, pagar mis cuentas, crear, comunicar y conectar con el mundo, estaban pidiendo una pausa. Pasar largas horas escribiendo, editando, creando estrategias de comunicación y gestionando redes sociales ha sido una constante en mi vida. ¿Será que el kambó me estaba sugiriendo reconsiderar mi relación con mi trabajo y el tiempo que dedico a mis actividades? O ¿Quizás el Kambó me dice que hay cosas a nivel familiar y personal que no puedo controlar?

Hormigueo en las manos y daño en los nervios

El chamán que me atendió, un hombre carismático y buen conversador que resultó ser gran amigo de mi familia política, dijo que podría estar desarrollando artrosis. No tengo antecedentes familiares de esta enfermedad y aparte de este episodio, no he tenido ningún otro indicio, así que sentí que esta respuesta no era suficiente. El hormigueo y el adormecimiento de mis manos también me llevaron a investigar posibles causas físicas. Descubrí que estos síntomas pueden estar relacionados con daños en los nervios o una deficiencia de vitaminas B1 y B3. Ahora sé que debo prestar atención a estos signos y buscar un equilibrio entre el trabajo y el cuidado de mi salud. También sé, sin duda, que perder el poder sobre mis manos y verlas deformes durante diez minutos tiene un significado espiritual que debo interpretar. Me debo una cita médica con la medicina tradicional y exámenes adicionales. 

Creo en el misterio y así considero las prácticas de la medicina ancestral. Escuchar un mensaje espiritual no es fácil, y la vida cotidiana ha limitado mi capacidad para comprender lo sutil, lo inexplicable y lo innombrable. La imagen de mis manos deformadas, la sensación de temor y dolor, están ahí; lo siente mi cuerpo y lo ve mi mente, sin que pueda entender completamente el llamado.




 

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