Tiempo pasado en Manhattan

by - junio 27, 2024

 

Tomada de HBO

Charlotte, Carrie, Miranda y Samantha. Protagonistas de Sex And the city. 
Tomado de HBO

Volví a ver toda "Sex and the City". El algoritmo lo supo y me aparecieron todas las críticas a la serie en mis redes, señalando, por ejemplo, el apego ansioso de Carrie y la masculinidad mezquina de John. Esta vez, celebré la imperfección de todas ellas y reconocí su contexto histórico: tan noventero, tan infame con las mujeres y nosotras tan ingenuamente habitando como nunca antes la libertad y la autonomía. Creo que sus personajes han crecido y, si alguna vez hay un capítulo dedicado a sus memorias, seguro reconocerán la estupidez de sus acciones en medio de toda esa energía juvenil tan fogosa e inexperta. 

Un grupo de amigas

Tomada de HBO

Las amigas beben cosmopolitan
Tomada de HBO

Aquellas chicas plantearon en la pantalla asuntos que eran tabú, raros o complejos. Importante la exploración sobre la amistad entre mujeres, para ser potentes, darse seguridad, reconocer el miedo o desayunar el sábado mientras leen el periódico. Importante nombrarse y reconocerse desde la frivolidad, darle prioridad a elegir un atuendo o unos zapatos, visitar lugares chic o tener sueños superficiales, a riesgo de ser señaladas como menos mujeres, poco mujeres o mujeres sin valor; porque antes, como ahora, “las mujeres de verdad” son profundas y visten casi como monjas, sobria y discretamente. El grupo de amigas buscaba el placer porque sí, para divertirse, vengarse, sentirse bellas o pasar el tiempo. También decidían terminar relaciones para seguir con otra u otras, o estar solas. Una de ellas se deleitaba con su cuerpo, lo veía como algo perfecto y eso es poco común.

La lucha interna

Todavía nos pesa la premisa fundamental sobre la feminidad y la resignación como ética, el aguante como rasgo natural, el silencio como evidencia de una buena educación y la obediencia para mantener una pareja. Estas décadas de feminismo han conquistado, entre otras cosas, olvidar esas premisas, construir una “identidad” —si se le puede llamar así— de lo que significa ser mujeres y la forma de nombrar las cosas. Lo que la psicología designaba como “dependencia emocional” o “inseguridad” ahora se nombra como “apego ansioso”, una forma común de etiquetar a Carrie en la contemporaneidad. El apego ansioso es un patrón de comportamiento en el cual una persona busca seguridad y validación en sus relaciones, causado por un miedo al rechazo o al abandono.

Yo vuelvo a los noventa, a las premisas fundamentales sobre la feminidad, la identidad de las mujeres y el comportamiento de Carrie frente al señor Big. El apego ansioso de Carrie lo veo como una lucha interna por desconocer una tradición que calla y soporta por ser mujer. John quiere pero no quiere, ama a veces, huye y vuelve. Carrie se desespera y se confunde porque ella debería callar por ser mujer, pero no puede y tampoco sabe cómo hablar de sus incomodidades ni de lo que espera sin gritar o parecer nerviosa. No sabe porque en los noventa apenas se hablaba de esto, así que gritaba, dudaba, se iba, volvía... igual que ahora, pero más patético porque pasó 24 años atrás. Carrie Bradshaw, en lugar de callar, decía lo que sentía, lo decía enojada, desafiaba la tradición que le tocaba mantener por ser mujer y eso, queridas amigas, deberíamos reconocerlo.

Privilegios y mezquindades

Sex and the city

Carrie y John rompen por primera vez
Tomado de HBO

Si en algo estamos de acuerdo es que Mr. Big fue básicamente un gran cretino, y si algo les va a doler colectivamente es que ese rasgo se mantiene en casi todos los hombres que rodean a las mujeres, desde padres responsables o ausentes, hijos respetuosos o desagradecidos, amigos y esposos. John encarna en la serie los valores predominantes en la mayoría de los hombres: privilegios y mezquindades.

La cretinez masculina es una licencia cultural que les permite a los hombres ser imperfectos y cometer errores sin que haya grandes consecuencias. Hombres que gritan como locos cuando se estresan, que son infieles o pagan por sexo cuando se aburren de sus parejas, que se engordan y se les cae la cola cuando envejecen y que dejan de pagar la cuota alimentaria de sus hijos e hijas cuando tienen una gran fiesta o quieren un nuevo celular. La cretinez masculina es inaceptable en las mujeres.

No hay posibilidades realistas de que Mr. Big fuera de otra manera en los noventa (ni en la actualidad) y todos sus errores están bien justificados en la narración, ya sea al inicio de su relación con Carrie porque sentía miedo tras el fracaso de sus primeros matrimonios, porque la joven y delicada Natasha era irresistible, o por toda la presión que ejerció Carrie antes de la boda, cuando él la plantó. Mr. Big hizo lo que tenía permitido: ser un cretino. La historia de las relaciones entre hombres y mujeres está atravesada por la infamia y, tristemente, las mujeres solemos perdonar los errores de nuestras parejas muchas más veces de las que somos capaces de reconocer.

El otro amor importante de Carrie, Aidan, modelo masculino que muchas añoran, lo recuerdo y lo percibo controlador e invasivo. Quería estar justo al lado de ella siempre, incluso cuando estaba con Charlotte y Samantha, acompañando a Miranda a enterrar a su mamá que acababa de morir. ¿Acaso no era un momento profundamente íntimo y entre amigas? ¿Desde cuándo invadir la privacidad y la intimidad de una mujer pasa como amor o incondicionalidad? ¿Las críticas actuales sobre Aidan no alcanzan a percibir sus formas invasivas?

Ya en “And Just Like That” volvió a decepcionar, primero, cuando fue incapaz de entrar en la casa de Carrie luego del reencuentro, y al final de la segunda temporada, cuando decidió que no podía ser hombre y padre al mismo tiempo.

Lo imperdonable

Sex and the city

Fiesta en la Terraza
Tomada de HBO

No vine a adular la serie, les voy a contar algunos aspectos del guión que me molestaron de verdad: 

Al comienzo, en la primera temporada, Carrie escribía sobre los hombres que sólo tienen sexo con modelos. Ellos siempre fueron narrados por la columnista como hombres, pero ellas, las modelos, eran una especie de “mujeres falsas” o “no eran mujeres de verdad”. Recuerdo que por aquella época, cuando era una jovencita, hombres y mujeres definían a las mujeres y las ubicaban de acuerdo a la forma en la que se ganaban la vida o por cómo se vestían. En la ética feminista, todas las mujeres son de verdad: las que se operan o modifican su cuerpo, las que hacen ejercicio todas las semanas, las que modelan, las que no quieren ser madres o las que se maquillan. En una escena en donde Carrie entrevista a un amigo para entender su actitud, él la lleva a su casa, le confiesa con total tranquilidad que mientras sostiene relaciones sexuales con modelos las graba, proyecta las imágenes en unas pantallas para que Carrie las vea, y dice además que a menudo se distrae con esas imágenes. Carrie mira un poco desconcertada, pero no está indignada, ni siquiera confundida. Seguramente en los noventa grabar de forma inconsulta una relación sexual no era un delito, como tampoco lo era compartir las imágenes también de forma inconsulta con la gente. Quiero pensar que si la serie fuera escrita hoy, Carrie hubiera demandado a su fuente por delincuente. Lo imperdonable fue la actitud de Carrie y la impunidad de semejante delito.

Cuando las chicas hacían cosas que se reprochaban a ellas mismas, decían “Me estoy convirtiendo en el tipo de mujer que odiamos”. Fue una reflexión que solían usar y refleja la costumbre de odiar a las mujeres y tener argumentos para hacerlo: odiar porque dijo algo tonto, porque tiene sueños tontos o un novio tonto con el que pasa todo el tiempo. Odiar a las mujeres y odiarnos entre nosotras es la victoria más importante del patriarcado, digo yo, y aquel grupo de amigas, liberales y vanguardistas de los noventa, solían odiar a mujeres que desde su óptica eran “clásicas” o “inseguras” o “poco inteligentes”. El feminismo nos ha enseñado a comprender por qué mujeres cuyas acciones son sujeto de reproche hacen lo que hacen, entendiendo su pasado, su contexto y sus necesidades. Lo imperdonable es odiar a un tipo de mujeres y pensar que ellas son inferiores. 

La abogada de Harvard, Miranda, queda embarazada tras un encuentro casual con su ex, Steve el cantinero. La situación le crea un dilema porque el embarazo no deseado interfiere con sus proyectos y porque el padre de su hijo no es lo que ella imagina. Miranda ha decidido abortar y el manejo de su decisión y emociones está atravesada por la culpa y el hecho de que Charlotte buscaba quedar embarazada y no podía. Hay una falta de perspectiva de que abortar es su derecho y eso es lo imperdonable. Desde la ética feminista, tenemos claro que abortar es un derecho, no hay culpa mediada por la moral ni lo sobrenatural y sabemos que hay muchas, muchísimas mujeres que recurren al aborto, incluso, en la serie, Carrie y Samantha comparten que en el pasado también lo hicieron. Ni Miranda ni sus amigas son feministas, entonces entiendo el dilema; sin embargo, esa culpa constante, la presión para que Miranda le contara a Steve, la presencia y el llanto de Charlotte, ponían un drama que no soy capaz de soportar.

Y quizás, el manejo más erróneo y torpe fue el episodio de las trabajadoras sexuales trans abajo del apartamento de Samantha. Primero, sus características dramáticas apelan a ese lugar común en donde las mujeres trans son seres inmensamente felices en medio de todas las dificultades y su principal característica es el humor y la alegría; y segundo, la voz en off de Carrie llamándolas “mitad hombres, mitad mujeres” para ilustrar la confrontación que tenían con Samantha. Las mujeres de verdad también son las mujeres trans, aunque no haya consenso. Lo imperdonable es todo en el episodio.

Narrar los noventa. Odiar el pasado

Sex and the city

Amigas en las calles de Manhattan
Tomado de HBO

Sex and the City es un producto de su tiempo y el que haya llegado a Netflix y nos haga pensar, revela cómo hemos cambiado y cuánto hemos sufrido. Las críticas que vi y leí juzgan y recriminan los rasgos de personalidad de las cuatro y las nombran como lascivas, insoportables, superficiales, poco éticas, amargadas, ansiosas, perras, egoístas, horrendas… y me pregunto ¿por qué quieren personajes sabios y perfectos en las series? ¿Acaso han visto personas realmente sabias y perfectas en la vida real? ¿Por qué les cuesta ubicar una narración en el tiempo en que fue hecha? ¿Por qué les molesta que las mujeres tengan mucho sexo mientras encuentran el amor? ¿Acaso las mujeres no perdonan los errores de sus parejas muchas más veces de las que son capaces de reconocer? ¿Por qué le exigen a Carrie una ética feminista que apenas se pensaba? ¿Será que esas críticas dejan ver tensiones generacionales? ¿Será que el problema es que las aventureras sean un grupo de mujeres? 

No fue la mejor serie de los noventa, fue la que puso en escena a cuatro amigas mujeres que tocaron temas tabú hace 26 años.



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