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Julieta Penagos

Relaciones de género, desde la coyuntura y la política o la tv, hasta la moda.

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Tomada de HBO

Charlotte, Carrie, Miranda y Samantha. Protagonistas de Sex And the city. 
Tomado de HBO

Volví a ver toda "Sex and the City". El algoritmo lo supo y me aparecieron todas las críticas a la serie en mis redes, señalando, por ejemplo, el apego ansioso de Carrie y la masculinidad mezquina de John. Esta vez, celebré la imperfección de todas ellas y reconocí su contexto histórico: tan noventero, tan infame con las mujeres y nosotras tan ingenuamente habitando como nunca antes la libertad y la autonomía. Creo que sus personajes han crecido y, si alguna vez hay un capítulo dedicado a sus memorias, seguro reconocerán la estupidez de sus acciones en medio de toda esa energía juvenil tan fogosa e inexperta. 

Un grupo de amigas

Tomada de HBO

Las amigas beben cosmopolitan
Tomada de HBO

Aquellas chicas plantearon en la pantalla asuntos que eran tabú, raros o complejos. Importante la exploración sobre la amistad entre mujeres, para ser potentes, darse seguridad, reconocer el miedo o desayunar el sábado mientras leen el periódico. Importante nombrarse y reconocerse desde la frivolidad, darle prioridad a elegir un atuendo o unos zapatos, visitar lugares chic o tener sueños superficiales, a riesgo de ser señaladas como menos mujeres, poco mujeres o mujeres sin valor; porque antes, como ahora, “las mujeres de verdad” son profundas y visten casi como monjas, sobria y discretamente. El grupo de amigas buscaba el placer porque sí, para divertirse, vengarse, sentirse bellas o pasar el tiempo. También decidían terminar relaciones para seguir con otra u otras, o estar solas. Una de ellas se deleitaba con su cuerpo, lo veía como algo perfecto y eso es poco común.

La lucha interna

Todavía nos pesa la premisa fundamental sobre la feminidad y la resignación como ética, el aguante como rasgo natural, el silencio como evidencia de una buena educación y la obediencia para mantener una pareja. Estas décadas de feminismo han conquistado, entre otras cosas, olvidar esas premisas, construir una “identidad” —si se le puede llamar así— de lo que significa ser mujeres y la forma de nombrar las cosas. Lo que la psicología designaba como “dependencia emocional” o “inseguridad” ahora se nombra como “apego ansioso”, una forma común de etiquetar a Carrie en la contemporaneidad. El apego ansioso es un patrón de comportamiento en el cual una persona busca seguridad y validación en sus relaciones, causado por un miedo al rechazo o al abandono.

Yo vuelvo a los noventa, a las premisas fundamentales sobre la feminidad, la identidad de las mujeres y el comportamiento de Carrie frente al señor Big. El apego ansioso de Carrie lo veo como una lucha interna por desconocer una tradición que calla y soporta por ser mujer. John quiere pero no quiere, ama a veces, huye y vuelve. Carrie se desespera y se confunde porque ella debería callar por ser mujer, pero no puede y tampoco sabe cómo hablar de sus incomodidades ni de lo que espera sin gritar o parecer nerviosa. No sabe porque en los noventa apenas se hablaba de esto, así que gritaba, dudaba, se iba, volvía... igual que ahora, pero más patético porque pasó 24 años atrás. Carrie Bradshaw, en lugar de callar, decía lo que sentía, lo decía enojada, desafiaba la tradición que le tocaba mantener por ser mujer y eso, queridas amigas, deberíamos reconocerlo.

Privilegios y mezquindades

Sex and the city

Carrie y John rompen por primera vez
Tomado de HBO

Si en algo estamos de acuerdo es que Mr. Big fue básicamente un gran cretino, y si algo les va a doler colectivamente es que ese rasgo se mantiene en casi todos los hombres que rodean a las mujeres, desde padres responsables o ausentes, hijos respetuosos o desagradecidos, amigos y esposos. John encarna en la serie los valores predominantes en la mayoría de los hombres: privilegios y mezquindades.

La cretinez masculina es una licencia cultural que les permite a los hombres ser imperfectos y cometer errores sin que haya grandes consecuencias. Hombres que gritan como locos cuando se estresan, que son infieles o pagan por sexo cuando se aburren de sus parejas, que se engordan y se les cae la cola cuando envejecen y que dejan de pagar la cuota alimentaria de sus hijos e hijas cuando tienen una gran fiesta o quieren un nuevo celular. La cretinez masculina es inaceptable en las mujeres.

No hay posibilidades realistas de que Mr. Big fuera de otra manera en los noventa (ni en la actualidad) y todos sus errores están bien justificados en la narración, ya sea al inicio de su relación con Carrie porque sentía miedo tras el fracaso de sus primeros matrimonios, porque la joven y delicada Natasha era irresistible, o por toda la presión que ejerció Carrie antes de la boda, cuando él la plantó. Mr. Big hizo lo que tenía permitido: ser un cretino. La historia de las relaciones entre hombres y mujeres está atravesada por la infamia y, tristemente, las mujeres solemos perdonar los errores de nuestras parejas muchas más veces de las que somos capaces de reconocer.

El otro amor importante de Carrie, Aidan, modelo masculino que muchas añoran, lo recuerdo y lo percibo controlador e invasivo. Quería estar justo al lado de ella siempre, incluso cuando estaba con Charlotte y Samantha, acompañando a Miranda a enterrar a su mamá que acababa de morir. ¿Acaso no era un momento profundamente íntimo y entre amigas? ¿Desde cuándo invadir la privacidad y la intimidad de una mujer pasa como amor o incondicionalidad? ¿Las críticas actuales sobre Aidan no alcanzan a percibir sus formas invasivas?

Ya en “And Just Like That” volvió a decepcionar, primero, cuando fue incapaz de entrar en la casa de Carrie luego del reencuentro, y al final de la segunda temporada, cuando decidió que no podía ser hombre y padre al mismo tiempo.

Lo imperdonable

Sex and the city

Fiesta en la Terraza
Tomada de HBO

No vine a adular la serie, les voy a contar algunos aspectos del guión que me molestaron de verdad: 

Al comienzo, en la primera temporada, Carrie escribía sobre los hombres que sólo tienen sexo con modelos. Ellos siempre fueron narrados por la columnista como hombres, pero ellas, las modelos, eran una especie de “mujeres falsas” o “no eran mujeres de verdad”. Recuerdo que por aquella época, cuando era una jovencita, hombres y mujeres definían a las mujeres y las ubicaban de acuerdo a la forma en la que se ganaban la vida o por cómo se vestían. En la ética feminista, todas las mujeres son de verdad: las que se operan o modifican su cuerpo, las que hacen ejercicio todas las semanas, las que modelan, las que no quieren ser madres o las que se maquillan. En una escena en donde Carrie entrevista a un amigo para entender su actitud, él la lleva a su casa, le confiesa con total tranquilidad que mientras sostiene relaciones sexuales con modelos las graba, proyecta las imágenes en unas pantallas para que Carrie las vea, y dice además que a menudo se distrae con esas imágenes. Carrie mira un poco desconcertada, pero no está indignada, ni siquiera confundida. Seguramente en los noventa grabar de forma inconsulta una relación sexual no era un delito, como tampoco lo era compartir las imágenes también de forma inconsulta con la gente. Quiero pensar que si la serie fuera escrita hoy, Carrie hubiera demandado a su fuente por delincuente. Lo imperdonable fue la actitud de Carrie y la impunidad de semejante delito.

Cuando las chicas hacían cosas que se reprochaban a ellas mismas, decían “Me estoy convirtiendo en el tipo de mujer que odiamos”. Fue una reflexión que solían usar y refleja la costumbre de odiar a las mujeres y tener argumentos para hacerlo: odiar porque dijo algo tonto, porque tiene sueños tontos o un novio tonto con el que pasa todo el tiempo. Odiar a las mujeres y odiarnos entre nosotras es la victoria más importante del patriarcado, digo yo, y aquel grupo de amigas, liberales y vanguardistas de los noventa, solían odiar a mujeres que desde su óptica eran “clásicas” o “inseguras” o “poco inteligentes”. El feminismo nos ha enseñado a comprender por qué mujeres cuyas acciones son sujeto de reproche hacen lo que hacen, entendiendo su pasado, su contexto y sus necesidades. Lo imperdonable es odiar a un tipo de mujeres y pensar que ellas son inferiores. 

La abogada de Harvard, Miranda, queda embarazada tras un encuentro casual con su ex, Steve el cantinero. La situación le crea un dilema porque el embarazo no deseado interfiere con sus proyectos y porque el padre de su hijo no es lo que ella imagina. Miranda ha decidido abortar y el manejo de su decisión y emociones está atravesada por la culpa y el hecho de que Charlotte buscaba quedar embarazada y no podía. Hay una falta de perspectiva de que abortar es su derecho y eso es lo imperdonable. Desde la ética feminista, tenemos claro que abortar es un derecho, no hay culpa mediada por la moral ni lo sobrenatural y sabemos que hay muchas, muchísimas mujeres que recurren al aborto, incluso, en la serie, Carrie y Samantha comparten que en el pasado también lo hicieron. Ni Miranda ni sus amigas son feministas, entonces entiendo el dilema; sin embargo, esa culpa constante, la presión para que Miranda le contara a Steve, la presencia y el llanto de Charlotte, ponían un drama que no soy capaz de soportar.

Y quizás, el manejo más erróneo y torpe fue el episodio de las trabajadoras sexuales trans abajo del apartamento de Samantha. Primero, sus características dramáticas apelan a ese lugar común en donde las mujeres trans son seres inmensamente felices en medio de todas las dificultades y su principal característica es el humor y la alegría; y segundo, la voz en off de Carrie llamándolas “mitad hombres, mitad mujeres” para ilustrar la confrontación que tenían con Samantha. Las mujeres de verdad también son las mujeres trans, aunque no haya consenso. Lo imperdonable es todo en el episodio.

Narrar los noventa. Odiar el pasado

Sex and the city

Amigas en las calles de Manhattan
Tomado de HBO

Sex and the City es un producto de su tiempo y el que haya llegado a Netflix y nos haga pensar, revela cómo hemos cambiado y cuánto hemos sufrido. Las críticas que vi y leí juzgan y recriminan los rasgos de personalidad de las cuatro y las nombran como lascivas, insoportables, superficiales, poco éticas, amargadas, ansiosas, perras, egoístas, horrendas… y me pregunto ¿por qué quieren personajes sabios y perfectos en las series? ¿Acaso han visto personas realmente sabias y perfectas en la vida real? ¿Por qué les cuesta ubicar una narración en el tiempo en que fue hecha? ¿Por qué les molesta que las mujeres tengan mucho sexo mientras encuentran el amor? ¿Acaso las mujeres no perdonan los errores de sus parejas muchas más veces de las que son capaces de reconocer? ¿Por qué le exigen a Carrie una ética feminista que apenas se pensaba? ¿Será que esas críticas dejan ver tensiones generacionales? ¿Será que el problema es que las aventureras sean un grupo de mujeres? 

No fue la mejor serie de los noventa, fue la que puso en escena a cuatro amigas mujeres que tocaron temas tabú hace 26 años.



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Las manos expresar dar, recibir y crear

Las manos y la creación
Creado con Ideogram IA

Durante las últimas semanas, he estado sintiéndome débil. Gripes intensas que me dejan en cama y otras manifestaciones me recuerdan que mi cuerpo envejece. La sensación de cansancio constante ha sido otra señal de que algo no está bien. En pocos días me harán una serie de exámenes médicos, pero mientras espero, decidí probar con recomendaciones que me hicieron personas cercanas a mí: el kambó, un veneno de rana conocido por sus propiedades para fortalecer el sistema inmunológico. Asistí a una ceremonia, preparada para experimentar algo distinto.


¿Qué es el Kambó?

https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Phyllomedusa_bicolor.jpg

Rana Phyllomedusa bicolor 
TimVickers, Public domain, via Wikimedia Commons

Es una secreción de la rana Phyllomedusa bicolor, utilizada por diversas tribus amazónicas como medicina. Los Matsés y los Katukina del Perú y Brasil han empleado esta sustancia durante generaciones para mejorar la resistencia física, prepararse para la caza, tratar infecciones y confrontar "malas energías" del cuerpo. Según una reseña de la revista "Journal of Ethnopharmacology" (2017), el kambó contiene péptidos bioactivos que pueden tener efectos sobre el sistema inmunológico y el sistema nervioso. Muchas experiencias a lo largo de América aseguran que el kambó ayuda a tratar problemas físicos y emocionales.

La ceremonia y mi pérdida de poder

Julieta después del Kambó

Después del Kambó

La ceremonia se llevó a cabo en las afueras de Bogotá. La casa era acogedora y me sentía tranquila. Siguiendo las indicaciones, ayuné y bebí mucha agua antes de empezar. Estaba preparada para vomitar, para la diarrea y el mareo, pero nada me preparó para lo que viví. Fui una de las últimas en recibir la dosis y, mientras esperaba, veía a la gente descomponerse, vomitar, perder color en su rostro o sonrojarse. Me puse ligeramente nerviosa y me repetía a mí misma: "El efecto es corto, te vas a limpiar", esperando con un poco de ansiedad.

Al poco tiempo de aplicar el kambó en mi piel, sentí rápidamente algo distinto en mi percepción, un hormigueo en algunas partes de mi cuerpo, un peso en mis brazos y mis manos se deformaron. Perdí el control sobre ellas, no podía moverlas ni enderezarlas. Fue como si mis manos, normalmente llenas de vida y movimiento, se hubieran convertido en las de una persona con artrosis. Me llené de angustia y lloré, temiendo que nunca recuperarían su forma y funcionalidad.

"El kambó siempre hace bien. No dejes de mirarme", me decía la ayudante del chamán con voz tranquila y compasiva mientras me daba agua. Mi esposo me abrazaba y la amiga que encontré casualmente, que estaba junto a mí, acariciaba mi pierna para darme fuerza mientras batallaba con sus propios efectos. Después de unos diez minutos y de forma paulatina, mis manos volvieron a ser como antes, pero la experiencia me dejó una impresión traumática y muchas preguntas.

Algunos pensamientos. Algunas respuestas.

Desde joven, mis manos han sido una extensión de mi voz y mi fuerza. En mis primeros años de vida social y laboral, mis manos me daban la seguridad que mi espíritu no tenía. Moverlas al hablar se convirtió en una herramienta para expresar mis pensamientos y emociones con firmeza. Era como si mis manos tiraran desde lo más profundo de mí y sacaran las palabras que tenía que decir. Mis manos fueron el instrumento que me ayudó a superar todas mis dudas y miedos. Ver mis manos impotentes me recordó mis inseguridades y vulnerabilidades.

El kambó, una medicina que trabaja a nivel físico, emocional y espiritual, me dio un mensaje que debo interpretar. Mis manos, que simbolizan mi capacidad para ganarme la vida, pagar mis cuentas, crear, comunicar y conectar con el mundo, estaban pidiendo una pausa. Pasar largas horas escribiendo, editando, creando estrategias de comunicación y gestionando redes sociales ha sido una constante en mi vida. ¿Será que el kambó me estaba sugiriendo reconsiderar mi relación con mi trabajo y el tiempo que dedico a mis actividades? O ¿Quizás el Kambó me dice que hay cosas a nivel familiar y personal que no puedo controlar?

Hormigueo en las manos y daño en los nervios

El chamán que me atendió, un hombre carismático y buen conversador que resultó ser gran amigo de mi familia política, dijo que podría estar desarrollando artrosis. No tengo antecedentes familiares de esta enfermedad y aparte de este episodio, no he tenido ningún otro indicio, así que sentí que esta respuesta no era suficiente. El hormigueo y el adormecimiento de mis manos también me llevaron a investigar posibles causas físicas. Descubrí que estos síntomas pueden estar relacionados con daños en los nervios o una deficiencia de vitaminas B1 y B3. Ahora sé que debo prestar atención a estos signos y buscar un equilibrio entre el trabajo y el cuidado de mi salud. También sé, sin duda, que perder el poder sobre mis manos y verlas deformes durante diez minutos tiene un significado espiritual que debo interpretar. Me debo una cita médica con la medicina tradicional y exámenes adicionales. 

Creo en el misterio y así considero las prácticas de la medicina ancestral. Escuchar un mensaje espiritual no es fácil, y la vida cotidiana ha limitado mi capacidad para comprender lo sutil, lo inexplicable y lo innombrable. La imagen de mis manos deformadas, la sensación de temor y dolor, están ahí; lo siente mi cuerpo y lo ve mi mente, sin que pueda entender completamente el llamado.




 

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Generado con IA

Brad Pitt tipo anime. Generado con IA

El incidente del avión en 2016, que desencadenó en el divorcio de Brad Pitt y Angelina Jolie, Ocurrió durante un vuelo privado entre Francia y California. Brad y su hijo Maddox, de 15 años por aquel entonces, comenzaron a discutir, lo que llevó a Angelina a intervenir para defender a su hijo y esto no le gustó a Pitt, acusándola de sobreprotectora. Brad encerró a Angelina en el baño, la empujó contra la pared, le agarró, la sacudió la cabeza (según diversos medios y una investigación del FBI) y la intimidó dando puños en la pared. Al salir y ante la pregunta de si "mamá está bien", Brad respondió a sus hijos preocupados con un “¡NO!, mami no está bien. Está jodiendo esta familia”, a lo que uno de los niños le contestó: “No es ella, eres tú, p¡nche cabr*n”. Brad reaccionó corriendo hacia el niño, y Jolie se tiró encima de su espalda para evitarlo, sufriendo lesiones en codo y espalda. Brad derramó cerveza sobre Angelina y en otro momento vertió cerveza y vino tinto sobre los niños, además de impedir durante 20 minutos que la familia desembarcara al final del vuelo. Seis días después, Jolie presentó el divorcio.

Las consecuencias no pararon ahí: ahora, tres de sus hijos han renunciado a su apellido, señalando públicamente los momentos dolorosos que vivieron a su lado. Una paternidad marcada por la violencia, la imposición y el control. El incidente del avión refleja una realidad demasiado común: muchos padres ejercen su poder a través de la humillación y el abuso, sin pensar siquiera en el daño irreversible que causan.

La no repetición

Tomada de: https://www.1zoom.me/es/Sr._y_Sra._Smith/t2/1/

Brad Pitt y Angelina Jolie en "Mr and Mrs Smith"
Tomado de: https://www.1zoom.me/es/Sr._y_Sra._Smith/t2/1/

Lo cierto es que las mujeres no queremos repetir las historias de nuestras madres, abuelas y todas nuestras ancestras. Hemos visto, y a menudo soportado, las cicatrices que dejó el maltrato familiar causado especialmente por padres. Los hijos e hijas de hoy exigen ser tratados con respeto y consideración, reconociendo que merecen una vida sin desprecio.

Parece que para muchos hombres, la paternidad no se siente completa sin el control, la represión, el puño en la mesa y el grito. Su indignación ante la pérdida de ese "poder" muestra la poca comprensión y adaptación a los tiempos y a la nueva sensibilidad. Los cambios culturales, producidos en gran medida por los movimientos de mujeres que han conquistado formas de relación basadas en la igualdad y el respeto mutuo, parecen no ser muy aceptados por una amplia comunidad de hombres que insisten en negar la violencia y se indignan ante la exigencia histórica de transformación.

Soy mujer e hija y sé de qué estoy hablando. Comparto los resentimientos generados por paternidades dolorosas y he enfrentado con determinación la imposición gratuita de ex parejas y el reclamo por mi “falta de cooperación” al no asumir un comportamiento determinado. Ya sea en un avión privado, en una casa de un barrio latinoamericano o dentro de un auto en Roma, el incidente del avión con un hombre gritando y golpeando, y una mujer con sus hijos e hijas sobrellevando el dolor, se repite para garantizar que la hegemonía basada en el temor se mantenga. La indignación, la burla o la contrademanda como respuesta sólo profundizan el conflicto originado por una inequidad de género que simplemente no podemos soportar más.

Lecciones para Pitt. Lecciones para papás 

https://www.elle.com/es/star-style/el-estilo-de/g739160/angelina-jolie-brad-pitt-hijos-como-han-crecido/

La actriz Angelina Jolie junto a sus hijos e hijas
Tomado de la revista "Elle"

Seguramente Pitt creyó que su esposa y sus hijos e hijas merecían en ese momento su violencia por discutir, por la sobreprotección de Jolie, por no disciplinar a Maddox, o por desobedecerlo a él. Seguramente Pitt empleó la violencia para asegurarse de que nunca más nadie levantara la voz. Esto significa que Pitt se perciben a sí mismo como jefe y autoridad en una familia, emoción que sabemos bien es muy recurrente en muchísimos otros padres. Eso significa también que deben trabajar en sus emociones y aceptar que ya no es así, que las mujeres madres tienen la misma autoridad que ellos y que la crianza y la disciplina no debe incluir la violencia. Pitt buscaba imponerse y generar respeto a través del miedo, pero solo logró que sus hijos lo desconocieran, quitándose su apellido y alejándose de él. Si bien a violencia de Pitt es extremadamente común y también lo es la resignación familiar, cada día aparecen más reacciones como la de Angelina, sus hijos e hijas: Se alejan para siempre.

Cada integrante de la familia debe sentirse seguro y amado, y los padres deben dejar de percibir el llamado al respeto como un desafío a su autoridad. Si bien, durante toda la historia de la humanidad, los padres han decidido e incidido en el destino de toda la familia, la comprensión sobre el cambio y los beneficios que trae debería ser suficiente para abandonar su táctica de relacionamiento. El amor y el reconocimiento que provienen de relaciones basadas en el respeto y la igualdad son más poderosas que cualquier forma de control.




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Hecha con Ideogram AI

Compartir experiencias de maternidad ha resultado frustrante y muy incómodo para mí porque, a menudo, madres y padres suelen juzgar lo que hago – ya sea de forma sutil o directa – y se ponen como ejemplo para darme a entender que sus prácticas de crianza son mejores. A esta actitud, muy extendida, interiorizada y naturalizada, la he llamado la politización de la crianza, por la argumentación que se usa para anular a los demás y por los círculos donde eso pasa, que son los que me rodean. ¿Cómo podemos entonces despolitizar la crianza de nuestros hijos e hijas?

En primer lugar, la crianza no es un campo de batalla ideológico. Si bien nuestras experiencias personales y sistema de valores influyen en nuestras decisiones como madres y padres, no hay una forma "correcta" de criar. En mi experiencia, tanto en lo cotidiano como en lo profundo, intento que estas decisiones se basen en el amor, el respeto y el deseo de promover la comprensión, así como en apoyar a mi hijo e hija para que alcancen su máximo potencial. Lecciones simples y lugares comunes para un mundo en crisis.

Así mismo, despojo de conceptos y excesiva racionalización todo lo que ocurre en nuestra intimidad: elegir un disfraz, comer una hamburguesa el fin de semana, la música que oímos o las películas que vemos. No quiero ser una mamá “interesante” ni “sabia”. Quiero jugar de forma auténtica y ver Spiderman sin ser juzgada por eso.

La Crianza Como Campo de Batalla


Creada con Ideogram AI


Lastimosamente, la crianza se ha convertido en un campo de batalla ideológico donde madres y padres a menudo opacan las prácticas de unos y otros, imponiendo una impecabilidad ética que anula a las familias "simples". Esta politización ocurre cuando se argumenta con superioridad moral sobre decisiones cotidianas como horarios, dietas, la presencia de un televisor en casa o la forma en que interactúan con sus hijos. Este afán de perfección no solo restringe las emociones de los niños, sino que también les exige reflexiones y actitudes inapropiadas para su momento de vida.

Es raro encontrar conversaciones genuinas y sinceras sobre la crianza; lo que pasa a menudo son retahílas de indirectas y agresiones escondidas que se despliegan como armas, invalidando la experiencia de la otra persona o la otra familia y dando por sentado que la propia visión es la mejor, la más adecuada, la más ética o la más responsable. Esta actitud crea un ambiente de tensión y competitividad que no beneficia, deteriora la amistad y nos distancia. A menudo, me abstengo de contar lo que vivo o compartir mis historias para no salir juzgada. Cuando esto pasa, blanqueo los ojos y guardo silencio. Después cambio de tema.

El Poder del Ejemplo


Más allá del lenguaje, de la música instrumental que oímos, o del cine de culto, el ejemplo que damos como madres es un acto político real, una revolución. Si queremos criar hijos e hijas que sean coherentes, debemos serlo en nuestro propio comportamiento, y ahí me siento tranquila.

Esto significa mostrarles que en casa todos participamos en las tareas, confiar en sus decisiones y escuchar lo que piensan y sienten, hablando de manera sencilla y sin pretender la exquisitez ni la altura moral. Aprender para cambiar siempre, veo en el cambio un valor fundamental. 

Despolitizar el amor, despolitizar el juego, despolitizar la crianza


Un lugar perfecto por su imperfección
Mi familia: Mi lugar perfecto por su imperfección, por su simpleza,
por su desorden

Asumo que lo personal es político, y aunque parezca una contradicción con todo lo que acabo de decir, la crianza también es un acto político. Mi decisión política es la coherencia y la alegría. A las familias que tienden a anular y juzgar, les recomiendo recordar que cada familia es un universo cultural. Juzgar o enseñar cómo deben ser las familias es un acto de violencia. El verdadero acto político debería ser comprender y respetar esa diversidad, permitiendo que cada hogar encuentre su propia forma de amar, jugar y criar en libertad.


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Reflexiones imperfectas con enfoque de género. Una mala feminista y mis ideas sobre política, conflictos, cocina, amor, cine y mucho más.

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